5/20/2018

BRISA EN LAS HORAS DE FUEGO. CARTA DE NUESTRO OBISPO A LOS MISIONEROS POR PENTECOSTÉS



Mis queridos hermanos y hermanas:
En este tiempo de preparación de la solemnidad del Espíritu Santo, mi pensamiento, como el de todos los cristianos, se dirige a toda la Iglesia, esa gran familia a la que amamos y en la que hemos nacido, crecido y –cuando Dios quiso- en ella hemos percibido su llamada. En vuestro caso, la llamada a la misión, profunda realidad eclesial que no tiene fronteras y que se extiende por aquí y por allá.
Al repasar la secuencia de Pentecostés me encontré con esta estrofa: ¡Brisa en las horas de fuego!, y me acordé de todos y cada uno de los hermanos y hermanas que, como hijos de estas tierras ourensanas, os encontráis en esos lugares de avanzadilla de la Iglesia. He pedido al Espíritu Santo que os acompañe en esas “horas de fuego” no solo cuando sentís la consolación del amor que nos primerea a todos, constantemente, y nos empuja hacia nuevos horizontes, sino en esos otros muchos momentos en los que la edad, el cansancio, la enfermedad y, por qué no, ¡cierto desencanto! pueden llevaros a caer en el desaliento. En esos momentos sentid la brisa del Espíritu, renovad vuestro sentido de comunión en esta Iglesia que os quiere y se fía de vosotros, y os considera los más valiosos de sus hijos.
Os invito a que redescubráis el sentido profundo de la comunión eclesial, en ella percibiréis con fuerza que no estáis solos, porque todo nuestro ser, lo que somos y vivimos es, y lo sentimos como una realidad viva, gracias al espíritu de comunión. Somos nada, o menos que nada sin esa misteriosa y fecunda brisa de la comunión eclesial; podemos decir, parafraseando al Apóstol: en ella somos, nos movemos y existimos.
En esta Iglesia que peregrina en la fe, en medio de luces y sombras, por estas antiquísimas tierras ourensanas, estamos reviviendo este espíritu de comunión que, a veces, da la sensación que se ha dejado llevar del individualismo y particularismo que nos envuelve y nos ha llevado a descuidar el espíritu de comunión eclesial, que es ese ámbito nutricio en donde hemos nacido a la vida de fe y a la vocación.
Ayudadnos desde ahí a que no se apague el espíritu de comunión entre nosotros y rogad, como también nosotros hacemos, para que la brisa del Espíritu sople con fuerza y reavive esas ascuas de la comunión para hacer que el rostro de la Iglesia sea más creíble, aquí y allá.
Os bendice con afecto y se encomienda a vuestras oraciones.
J. Leonardo Lemos Montanet
Bispo de Ourense
10 de Mayo 2018


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